Mi computador va a explotar. No tengo espacio en el disco.
El responsable de esta adicción es i-net y la inmediatez, ya que en la adolescencia nos conformábamos con el disco que podíamos conseguir, lo cual era toda una hazaña que demandaba tiempo, similar a conseguir juegos de nintendo. Debo admitir que lo ideal de esto es bajar un disco y eliminarlo de mi espacio virtual si no me gustó, sin dejarlo tirado en un cajón, donde cada vez que lo encontrabas arrugabas la nariz, pero no lo tirabas a la basura por cachurera.
Retomando lo anterior la necesidad de bajar música compulsivamente es culpa de los infinitos links, aunque el real responsable es mi cabeza, que necesita alimentarse de información de este tipo solo por gusto.
Con un disco puedes tener dos opciones:
1.- Escucharlo una vez y escucharlo por años, hasta que sin darte cuenta pasa a formar parte de tu bagaje musical. Puedes dejar de escucharlo por años, pero si lo retomas le das por un tiempo y te provoca algo similar a la felicidad.
2.- Lo tienes, lo escuchas una vez, lo escuchas por segunda vez, pero a pesar de las buenas críticas no te enganchó y ahí está formando parte de la colección de discos, o bien desaparece en la basura virtual.
También hay un rollo con los temas, ya que muchas veces hay temas buenísimos, donde no vale la pena escuchar el disco completo, pero de eso te das cuenta al escuchar el disco un par de veces y ya. Tienes tus temas favoritos y saltas directamente a ellos. Alguna vez fui condenada por hacer esto, pero por que te vas a dar la lata de escuchar un disco completo que a veces tiene temas realmente fomes solo por respeto a la banda. Estás loco!
Bueno, la idea es disfrutar. Estoy esperando el día que salga un nuevo disco de los Strokes, mientras se toman un descanso, me conformo escuchando los discos anteriores de la banda. Me dan ganas de bailar.
